lunes, 14 de noviembre de 2016

Yo y mi ego.

“Una página de su diario”
14/11/2016

En mi cabeza solo aparecen preguntas. Preguntas que después de tantos meses sigo sin poder contestar. En su momento decidí pensar en mí, en lo que quería y “sentía”. Y lo fue, fue una liberación de esas en las que no admites que nadie juzgue que nadie opine. Mi pensamiento, mío. Vivir mi vida, hacer y deshacer sin dar explicaciones. Para ello, me importó bien poco robar la felicidad de otras personas y romper así, lazos entre ellas. Que nadie tuviera el derecho a opinar y que todo fuera en beneficio mío. Y si, tenerlo todo, aunque supiera que eso podía dañar. Lo quería todo. Mi libertad, y a los dos.  
A él porque me amaba con ese amor verdadero. Rutinario, si, pero sincero, sano y real. Ese amor, que perdona, que olvida que está dispuesto siempre a luchar.
Y a él porque me daba esa pasión que añoraba, esas miradas que en mi cuerpo son fuego.  Y porque como dicen, lo prohibido se vuelve tentador.

Y si, los quería, quería a los dos. Cada uno me llenaba vacíos en mi interior, haciéndome feliz, haciéndome sentir completa. Egoísta de mí. Hacer daño para salir yo beneficiada.
Hoy, lo sigo haciendo mal. Mi alrededor así lo confirma. Gente que me mira y no con mirada de admiración sino de rechazo.

Sigo pensando en mí, en mi supuesta felicidad y siendo incapaz de cambiar. Sigo pensando en mí, esta vez sí, apartando lo que creo que no me hace feliz y quedándome con quien de verdad creo puede llenarme. Y no, sé que no es la decisión correcta. Sé que él no es la persona que debería caminar de mi mano día tras día. Y lo sé porque sigue faltando paz en mi interior, sigue faltando miradas de amor hacia él, siguen faltando mariposas en mi interior al verle. Pero sigo pensando en mí, y en lo que supuestamente me complementa.
Ojalá pudiera sentir, ojalá pudiera sentir ese miedo al pensar que puedo perderle. Pero no. Tenerlo a él siempre ha sido un reto, un reto difícil. Y ahora es mío, solo para mí. Es difícil explicarlo, pero llevo meses creyendo hacer lo correcto. Y lo correcto para mi es llenar MIS vacíos con él. Vacíos míos que solo yo debería llenar. Y claro, claro que me siento protegida y querida por él, pero ese pensamiento se desvanece cuando al encontrarme sola, en mi interior, no siento orgullo ni hacía mi ni hacía mis acciones.


Y la realidad aunque sea dura, es esta; no encuentro mis pasos en esta dirección. 


...Continuará. 

domingo, 10 de julio de 2016

La suerte es tenerte, amor.

Definirlo, tal vez, como decía J. Sabina: “Y sin embargo, cuando duermo sin ti, contigo sueño."
Tu olor al besarme. Esa buena sensación que dejas en mi cuando te vas. Compartir confidencias. Que aparezcas por detrás y me abraces, de esa manera tan tuya que hace sentirme a salvo. Tu sonrisa pícara al verme sexy. Desayuno improvisado en la cama, si, con zumo recién exprimido como a mí me gusta.
Hacer (nos) fotos “artísticas” de esas en que simplemente se aprecia nuestra sombra reflejada en una pared o de esas que te hago mientras lees con atención ese libro que tan enganchado te tiene. De esas fotos en que sales pensativo, atractivo, tú. Levantarme después que tú y que la casa huela a ti. Desnudarme sin quitarme la ropa.
Que innovar y descubrir sea nuestro lema incluso en la comida. Tu positividad y esa fuerza a la hora de hacérmela llegar. Escucharte hablar, mi rato preferido del día. Un viernes sencillo para nosotros, una cerveza bien fría y el poeta cantando, flojito, de fondo. Sensación de calor al rozarnos, pasión. Solo tus manos consiguen ese efecto en mí. Tu intimidad y la mía,nuestra, y de nadie más. Contigo me da igual, lunes que viernes, las 8 de la mañana o las 12 de la noche, contigo no importa el dónde y el cómo. Qué bien sienta esto, de dejarse llevar. Para nosotros, "quédate a dormir" o "tengo ganas de verte" suficientes para expresar un te quiero.
Sabes? La suerte no es tenerla, es tenerte, amor.

lunes, 23 de mayo de 2016

Tan mío, tan tuyo, tan nuestro.


Tenía un corazón tan roto que sonaban cristales al caminar. Así me encontraste. Qué dolor, qué llantos, qué asfixia. Y como un vendaval, o como ese aire que avisa de una tormenta, abriste las ventanas para llegar a mí. Difícil tarea la tuya. El arte de tu mirada y la mía. Mucha ilusión y a la vez ese miedo. Ese miedo que aparece cuando te han roto tanto que ni tú misma eres capaz de agacharte a recoger tus pedazos. Miles de preguntas en mi cabeza, y solo negatividad en las respuestas. No acababa de creer que ese tipo de amor existiera, ese tan puro y tan sincero. Y que encima me llegara a mí, así, de esa manera tan natural y espontanea. Miles de dudas, sí, lo único que estaba claro  es que para avanzar y dejar historias atrás, hay que decir adiós. Y creo profundamente en que aprender a despedirse es un aprendizaje de esos que nos acompañan durante toda nuestra vida. Así que adiós, adiós sin rencor y sin decepción ni rabia. Adiós con cariño pero con indiferencia.



Con ello y contigo, miles de altibajos emocionales difíciles de encajar, difíciles de asimilar, como esa sensación al esperar con ansia las vueltas de una montaña rusa. Y la realidad es que en tus brazos encontraba un poco de paz a tal bullicio en mi cabeza, que en tus palabras encontraba la tranquilidad que en mi mente faltaba.
No escuchamos, ahora ya nadie escucha. O eso opinaba justo antes de conocerte. Qué sensación la de hablar y ser escuchado. Qué sensación tan plena ésta, la de descubrir que en breves silencios se dicen miles de palabras que tal vez, incluso, son mejor no pronunciar.
Y decía que en tus brazos encontraba paz, ni qué hablar de tus abrazos. De esos fuertes, llenos, llenos de ti, de mi, de nosotros. Me encantan los abrazos bien dados, suelen ser incluso más recordados que una palabra, un beso o una caricia. Y los tuyos, lo dicho, llenitos de puro amor.
Y si ya es difícil analizar en nuestro interior los sentimientos que van surgiendo, explicarlos y hacerlos saber a otras personas suele ser aún más complicado. Dicen que cuánto más intenso es ese sentimiento, más dificultad hay para poder definirlo y es justo lo que me pasa contigo. Estos sentimientos encuentran forma en los detalles de nuestro día a día, en los gestos, en las caricias, en las miradas, en los silencios compartidos. Y entre tú y yo, lo  sabes, por momentos, sobran las palabras.



Enamorar. Enamorarse. En definitiva, el amor. Actualmente enamorarse se ha convertido en un quererse hacia fuera, hacia el público. Y después de que el público opine, queda el “nosotros”. Tan lleno para el público tan vacío a veces para nosotros. En cambio contigo… ¿Para qué quererte para los demás? No lo necesito, ahora ya no. Te quiero; para ti, para mí, para nosotros. 

lunes, 16 de mayo de 2016

El culpable de los culpables.



Aun habiendo pasado el tiempo no consigo saber porqué hoy tu estas allí y yo aquí, porque ya no queda nada de aquello que parecía ser eterno. Parecía. Hay muchos porqués, y todos han sido causados por mí, lo asumo. He utilizado en vano muchas palabras que ni tan siquiera a día de hoy, sé si sentía. Jugué, engañé y creí amar. Sí, no tengo duda, el culpable de los culpables soy yo. No entendía el porqué de tus enfados, el porqué de tu desconfianza, porqué hasta el final estabas siempre al límite. Ahora sí lo entiendo. He abierto los ojos, he visto mis acciones, mis actos, mi daño hacia ti… 
Lo principal es que con el amor no se juega ni queriendo, ni sin querer, y yo lo puse todo en la cuerda floja. Mis sentimientos hacia ti no se parecían ni tan siquiera un 50% a los tuyos. Tu dolor, y tu madurez en tu comportamiento me han hecho saber una vez más porqué. Porqué parecía estar feliz, porqué miro las fotos de nuestros viajes y sonrío al mirarlas, porque se me hace un nudo en la garganta al leer algún mensaje tuyo, porqué cuando te miro se me remueve la misma sensación de siempre. 
Y el porqué es que realmente hubieras sido tú, la mujer perfecta con la que compartir mi vida. Se ha puesto en duda mis sentimientos hacia ti, lógicamente. Y si, incluso yo dudo ese querer tan sincero y eterno que decía sentir.  
Aun me quedan muchos pensamientos que ordenar en mi cabeza, pero lo único que tengo claro es que cambiaría una y otra vez mis escarceos con otras, por tenerte de nuevo en mi cama, sin tocarte, sólo mirándote. 
 Ahora triste, te miro y te veo; guapa, fuerte, adulta. Tal vez como siempre, sí, pero ahora soy capaz de verlo. 

martes, 10 de mayo de 2016

Remolino de emociones.

En cada relación y en cada experiencia se nos ofrece un don inapreciable. Cuanto antes puedas verlo, antes serás capaz de superar el dolor. Asfixia. Mentiste tanto que no dejaste nada real para extrañar. Llanto. El sufrimiento puede ensanchar tu corazón y dejar más sitio para el amor y la alegría. Debes renunciar a quedarte y comenzar a andar. 

Aferrarte, anclarte para no sufrir la pérdida. Decepción. Rabia. Si no me preocupo por perseguir yo mi propia felicidad, no será ella la que me persiga a mí. El ritmo del olvido es proporcional a la importancia de lo olvidado. La realidad es que tienes todo lo que necesitas solo que no eres capaz de verlo. 

Ojalá ahora que no puedes verme sea cuando más guapa me imagines. Cerrar ventanas. Confusión. Abrir puertas. Recuerdos, aun. 

Saber es una cosa y sentir es otra muy distinta, es posible que tus sentimientos tarden un tiempo en ponerse al mismo nivel que tu conocimiento pero, sé paciente, ya llegará su momento. Poner en orden la vida, tu vida. Buscar y encontrarte. Paciencia. Sonrisa. Metas. Indiferencia hacia lo innecesario. Esa magia cómplice de todos los comienzos. Dudas. Miedos. Pero ilusión. A veces hay que dejarse llevar por esa persona que llega y te empuja a hacer cosas que creías imposible. Decir “no pasa nada” cuando en realidad, por nuestro corazón está pasando todo.  Sonrisas cómplices. 


Quien quiere estar, está. Nunca hay que dejar de luchar por aquello que te hace latir más deprisa el corazón. Nunca es demasiado tarde si se tienen las ganas suficientes. Individualidad dentro del "nosotros". Aprender que con la puerta abierta nadie se va. Contigo, sábado todos los días. Se gana nuestro corazón quien sabe buscarnos cuando nosotros aún no hemos conseguido encontrarnos. Solo hay una cosa mejor a que te quieran, y es que te quieran bien. 

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿Cuánto podemos ganar?

No debería. ¿Qué es lo que no debes? Yo lo tengo claro. Debo mirarte, debo tocarte, debo hablarte, debo besarte como he deseado hacerlo en cada uno de nuestros encuentros. ¿Deber? Yo debo hacer lo que siento. Y tu… Pregúntatelo, ¿Qué es lo que debes hacer tú? Escúchate, escucha a esa voz de dentro...

Puedes mirar hacia otro lado, fingir que no está pasando. Hazlo. Esta sensación se quedará en un simple recuerdo. Si, esta sensación que sabes puede llenarte.
Quédate si quieres con tu cordura y tu control. Ese control que te hace frenar emociones que permíteme que lo diga, tal vez hacía tiempo que no sentías. Frena, frena para que ese miedo que sientes no se vea reflejado en ninguna de tus acciones, o tal vez…en tus no acciones. Lo siento, lo intentas, pero aunque tú no lo hagas,  irremediablemente, tus ojos sí  hablan.

Llegados a este punto, no sé si estarás con las manos en la cabeza o tal vez te habrás puesto los zapatos y habrás cogido las llaves para huir. Tranquilo, relájate. Por momentos nos imaginamos más de lo que es, así que de verdad, date la oportunidad de conocer y ser conocido. Dejarse conocer a veces te da muchos momentos de satisfacción, incluso uno mismo descubre aspectos de si mismo que nunca nos habíamos imaginado.
 Y si, la realidad es que exponer todo esto sin imaginarse las palabras GANAR o PERDER resulta casi imposible. Podemos perder, si, pero te has planteado ¿Cuánto puedes, podemos ganar? Es muy difícil encontrar a un valiente con el traje impoluto.

Leí hace unas semanas una frase que me hizo reflexionar donde se exponía la idea que todo el mundo se merece escuchar alguna vez en su vida un: ¿Sabes qué?, me la juego contigo. Sentir que la otra persona no ve más opción que tú, que todo lo demás queda en un segundo plano, que tú seas su apuesta. Increíble.
Al leerlo sonreí porque lo bonito de la vida son las experiencias que nos hacen crecer y vivir. Y como me dijo un gran amigo una vez; cuando perdemos, no perdemos una pareja, un sueldo, un partido… lo que verdaderamente perdemos en la vida son oportunidades.

(Abrazados, mirándose a los ojos).
-          Hay muchas veces que hubiera hecho muchas cosas, me habría dejado llevar, pero no debo, sabes que no debemos.
(Ella le besa)
-          Lo siento, pero yo sí que hago lo que debo. 


(Y fue un beso de esos que parecen no tener fin.) 


martes, 15 de marzo de 2016

¿Sabrá la fuerza del corazón escapar de la razón?

Y no recuerdo aquella sensación que me producías. Ni tampoco tu olor. No recuerdo el sonido que emitía tu risa, ni tan siquiera tus manías. Me olvidé también de esa fecha marcada durante meses en mi calendario y en mi cabeza. Sí, me olvidé...o no. 
Apareces con esa mirada tan tuya y me revuelves mi adentro. Mi adentro, ese que creí que había muerto, justamente contigo, justamente por ti. 
Y reaparecen las miradas y las sonrisas cómplices. De nuevo esa sensación, parece no haber pasado el tiempo. El tacto de tu piel, tu olor...para nada olvidados. 

No consigo acordarme de porqué tú estás allí y yo aquí, de porqué esto dejó de ser. Como dice el gran poeta J. Sabina; "Lo bueno de los años es que curan heridas lo malo de los besos es que crean adicción". Será eso, heridas cicatrizadas y tus besos, de esos difíciles de olvidar.


Y cae la noche, inesperada, impredecible, mágica. Vistas de la ciudad. Tu abrazo. Nuestras manos enlazadas. “De ti depende y de mi que entre los dos siga siendo ayer noche, hoy por la mañana”. Tu sonrisa. Tu mirada. Tus besos. Tus palabras.

 Y de nuevo, el pulso. Horas dejando hablar a esa voz de dentro. Tal vez mejor no la dejemos hablar mucho, la cosa puede complicarse. ¿Sabrá la fuerza del corazón escapar de la razón? O mejor, no. Tal vez ahora no toque hacerse preguntas.